sábado, 21 de noviembre de 2009

La Conciencia y El Corazón


Cuando se aferra un querer al corazón
y la conciencia no tiene la razón
no valen los consejos.
Cuando se prueba del fruto del querer,
cuando se aprende a sentir mas de una vez
no queda más remedio que darle cielo y alas al amor
y hacer de lo difícil lo más bello
Me dice el corazón
que lo quiera y me entregue sin condición.
Pero me grita la conciencia
que lo piense bien que no cometa esa imprudencia.
Me dice el corazón
olvidar es mejor la pasada experiencia
Pero me grita la conciencia
peligro cuidado utiliza la razón.
Me dice el corazón
no pierdas por nada esta ocasión
Pero me grita la conciencia
equivocarte de nuevo no puede ser coincidencia
Me dice el corazón
dale paso al amor que esta tocando tu puerta.
Pero me grita la conciencia
te va hacer llorar te va hacer sufrir traerá decepción
Me dice el corazón
ríndete el amor te venció
Pero me grita la conciencia
parece pero no es eso pasa con frecuencia
Me dice el corazón
Que debo quererlo
Pero me grita la conciencia
Que no es hora de querer no hace falta una desilusion.
Me dice el corazón
Que no se puede querer con inteligencia
Pero me grita la conciencia
Y que no se ponen de acuerdo la conciencia y la razón.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Soñar despiertos


Te invito a vivir un sueño
un sueño entre tu y yo
un sueño que nos atrape
y que nos inste al amor,

Te invito a salir volando
por la ventana hacia el amor
en un sueño que no será
eterno pero que mas da
si los sueños no lo son,

Te invito a soñar despierto
a soñar con el amor,
te invito a beber de mi copa
del vino de la ilusión,
y a besar mis labios rojos
que están llenos de pasión

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Acerca del miedo, el amor y lo imposible

Es normal tener miedo ante lo nuevo, el miedo es una reacción natural frente a una situación que nos toma por sorpresa y que obviamente desconocemos. El miedo es, también, la afirmación más clara de nuestra humanidad.

Y eso lo aprendemos desde pequeños cuando damos nuestros primeros pasos.

Para aprender a caminar, uno tiene que tropezarse, golpearse, levantarse, caerse varias veces, levantarse y otra vez volver a caer; pero sobre todo vencer el miedo, vencer el círculo de temores que antecede a la primera caída...

Con el amor sucede algo parecido, uno tiene necesariamente que equivocarse, y a veces perseverar en el error, sin escuchar a nada, ni a nadie. Y entonces uno se descubre como en la primera infancia, cayéndose una y otra vez, golpeándose con la misma piedra, venciendo los más grandes temores, pero sobre todo, aprendiendo...

El mundo nos ha enseñado con razones justificadas a desconfiar, a tener miedo de todo lo que brilla en medio de la oscuridad, a mirar con malicia y cierto prejuicio a la mano que se extiende en la desgracia.

La frase “nadie hace nada a cambio de algo” está colgada sobre nuestras cabezas como una Espada de Damocles y nos hace retroceder ante lo nuevo, por más que éste de visos claros de sinceridad y honestidad moral, la cultura de la desconfianza nos hace estar siempre a la defensiva en todos los aspectos.

Sandro Venturo, el joven sociólogo peruano, afirma que esa es la tendencia de los jóvenes de hoy: la de no arriesgar nunca el más mínimo de sus intereses a menos que estén totalmente seguros de algo. El problema es que esto tiene como consecuencia que nunca se lance la moneda por miedo a fracasar nuevamente, por miedo al error y a las críticas de la sociedad.

Como resultado de esta represión, muchos se sumen en una profunda miseria, aumentando paradójicamente esa frustración que tanto se quería evitar. La cultura del éxito nos inhibe, porque tenemos miedo de equivocarnos y al “que dirán”, por eso mejor callamos o nos quedamos inmóviles para no tener que asumir las culpas. Es decir, voto en blanco.

Armando Robles Godoy afirma con razón que si el ser humano no se equivocara y no perseverara en el error, simplemente no sería humano y también señala que es imposible que los hombres se liberen de este lastre por ser inherente a su esencia, pero deja un consuelo muy grande al exclamar: “¡Lo posible es una caca. Lo verdaderamente valioso y admirable es lo imposible!”.

Yo suscribo totalmente lo manifestado por Robles Godoy. Hay que vencer los miedos, aunque la lucha sea larga y tediosa; hay que buscar dentro de nosotros esa fuerza que nos obliga a empezar de nuevo, que hace abramos nuestros ojos, nuestras palabras, nuestro corazón, así cada vez que caigamos, levantémonos y repitamos tal como se leía en una Graffiti de la revuelta francesa de Mayo del 68: “¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”.

Colaboración Anddy Landacay Hernández
Perú

Fuente: http://www.tubreveespacio.com/reflexiones-01may05/miedo%20amor.htm

martes, 3 de noviembre de 2009

EL RELOJ PARADO A LAS 7 – GIOVANNI PAPINI

EL RELOJ PARADO A LAS 7 – GIOVANNI PAPINI

"En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas, detenidas desde casi siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto. Casi siempre, el reloj es sólo un inútil adorno sobre una blanquecina y vacía pared. Sin embargo, hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix. Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, y los cucús y los gongs de las máquinas hacen sonar siete veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del mundo. Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección... Pero, pasado ese instante, cuando los demás relojes callan su canto y las manecillas continúan su monótono camino, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que una vez detuvo su andar. Y yo amo ese reloj. Y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez siento que me parezco más a él. También yo estoy detenido en un tiempo. También yo me siento clavado e inmóvil. También yo soy, de alguna manera, un adorno inútil en una pared vacía. Pero disfruto también de fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora. Durante ese tiempo siento que estoy vivo. Todo está claro y el mundo se vuelve maravilloso. Puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todo el resto del tiempo. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable. La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como mi amigo el reloj, también se me escapa el tiempo de los demás. Pasados esos momentos, los demás relojes, que anidan en otros hombres, continúan su giro, y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar, que acostumbro a llamar vida. Pero sé que la vida es otra cosa. Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía del universo. Casi todo el mundo, pobre, cree que vive. Solo hay momentos de plenitud, y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir para siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianidad. Por eso te amo reloj. Porque somos la misma cosa tú y yo."